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VIH: inician en Argentina estudio para comparar eficacia del PrEP inyectable frente al oral

Omar Sued, director de Investigaciones Clínicas de la Fundación Huésped, considera del PrEP debe implementarse cuanto antes en el país

Un nuevo estudio orientado a comparar la efectividad del método más utilizado mundialmente de Profilaxis pre exposición (PrEP, por sus siglas en inglés) frente a la alternativa de un fármaco inyectable de acción prolongada para la prevención del VIH se está llevando a cabo en Argentina, a través de las labores de la Fundación Huésped.

La investigación, titulada HPTN 083, fue iniciada a principios de 2018 en el marco de un proyecto mundial desarrollado a la par en Estados Unidos, Brasil, Perú, Tailandia, Vietnam y Suráfrica, donde esperan enrolar a 4.500 pacientes en total. La meta es comprobar si una inyección bimensual de Cabotegravir puede ofrecer al menos la misma protección en personas en riesgo que la actual combinación de emtricitabina y tenofovir administrada en una cápsula diaria llamada Truvada.

En Argentina se prevé trabajar durante tres años con una muestra estimada de 177 personas que sean VIH negativo al iniciar el estudio, pero que tengan altas probabilidades de contagio durante ese período a causa de sus modos de vida. Omar Sued, director de Investigaciones Clínicas de la Fundación Huésped y exasesor regional para Latinoamérica y el Caribe en el tratamiento y atención del VIH de la Organización Panamericana de la Salud, se encuentra a la cabeza de esta investigación en Argentina y ofreció a Océano Medicina una entrevista en la que brinda detalles sobre el estudio; ofrece un panorama sobre la actualidad y prevención del HIV en Argentina, donde el PrEP aún no ha sido aprobado en ninguna de sus modalidades por el Estado, a pesar de haber sido recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como alternativa preventiva.

—¿En qué consiste el estudio HPTN 083?

—Con este estudio se quiere explorar una forma innovadora de prevención de VIH, que es la inyección de Cabotegravir para evitar que las personas con alto riesgo de exposición adquieran la infección. Lo que se hace es comparar esta medicación con otra que ya se encuentra probada y que ha sido recomendada por la OMS en personas que son VIH negativas pero que tienen alto riesgo de exposición: sobre todo jóvenes varones que tienen múltiples parejas, utilizan drogas y no pueden garantizar que se cuidan bajo ese efecto, o que ejercen el comercio sexual, por ejemplo, que por ahí es más difícil convencer a los clientes de que usen preservativo. En este país, el estudio comenzó recién la última semana de marzo y ha tenido muy buena aceptación, en una semana contamos con 10% de la muestra esperada: muchos chicos se han acercado muy interesados y uno ve que aunque tienen interés en usar el preservativo y en ocasiones lo usan, tienen situaciones que los comprometen, como que se rompe, o socialmente es difícil para ellos, o con esa pareja en particular no se dio la posibilidad… y buscan participar como una forma alternativa de cuidarse un poco más.

—¿Cómo es la metodología de este estudio en Argentina?

—Primero, se confirma que los pacientes voluntarios son VIH negativos, y se les vuelve a citar a las dos semanas para estar seguros de que no estaban en período de ventana cuando se hizo el primer examen. A partir de ahí, se aleatoriza la medicación habitual que es la Truvada o la Cabotegravir, que el primer mes es oral (en pastillas y no en inyección) por las dudas de si el paciente fuera alérgico o tuviera un efecto adverso y, si al mes está bien, vamos a pasar a inyecciones.

Obviamente hay que mantener también el placebo. Es decir, todas las personas van a recibir protección con una droga activa pero también otra en placebo para disfrazar que ni el paciente ni el médico sepan qué está recibiendo esa persona. La idea es que todos en el estudio estén protegidos, pero se agrega esa segunda medicación de placebo para garantizar la efectividad del estudio y que no cambien los fármacos entre ellos o no quieran seguir.

—Así se va a seguir durante tres años y se va a mirar cuántos de estos pacientes lamentablemente se hacen 0+ en ese lapso. La idea es que sean muy pocos, porque buscamos reducir la infección al mínimo, pero como son personas muy muy expuestas todo apunta a que alguno probablemente se va infectar. En otros estudios de profilaxis se vio que el PrEP dio 86% de protección aproximada, que es bastante alta, y por eso vamos a ver la diferencia, para trabajar para disminuir ese 14% faltante.

—Si cuenta con cifras tan altas de prevención ¿por qué considera que el PrEP no ha sido aprobado hasta ahora en la Argentina?

—Porque primero había un freno ideológico en algunas personas, que se preguntaban por qué gastar plata en sujetos que podrían usar el preservativo y cuidarse. Justamente, un estudio reciente desarrollado en Inglaterra demostró que, si bien el preservativo está disponible y es una opción, la vida real demuestra que la mayoría de las personas no usan preservativos. En Argentina los chicos gays usan más preservativos que los heterosexuales y, sin embargo, se exponen más al contagio. El preservativo, entonces, no es suficiente por sí solo y el PrEP podría dar un apoyo complementario.

Luego está el factor económico: es muy costoso. Pero en Sudáfrica ha demostrado ser muy efectivo, y en nuestro país tenemos acceso a genéricos a un precio más barato del original y eso puede reducir casos de infección que, verdaderamente, son más caros de tratar.

También queda el tema operacional. En ese sentido, creo que el país debería hacer un gran estudio de factibilidad para demostrar si es posible implementar el PrEP y cómo. ¿El PrEP se debe dar a una persona sana en un hospital o en una ONG? ¿lo debería atender un médico especialista en infecciones o un generalista? ¿Dónde lo va a ofrecer el Gobierno? ¿Cómo se va a controlar después al paciente, con análisis de sangre? ¿Será gratis o a un precio bajo? Hay mucho por definir.

—¿Han tenido conversaciones con el Gobierno al respecto?

—El gobierno ha dicho que está explorando la mejor forma y que espera hacerla para el año próximo. Ojalá sea pronto, porque si miras el boletín de Sida de Argentina ves que los nuevos casos de HIV en los últimos 10 años se ha concentrado en chicos gays jóvenes de 15 a 30 años. Se están infectando a pesar de las campañas de prevención, y esta estrategia podría lograr que se reduzcan los nuevos casos que hace mucho que están anclados en 6 mil  cada año.

—¿Diría que es posible implementar el PrEP en Argentina?

—Sí, yo creo que es posible. Hace falta voluntad política, recursos y capacidad técnica, pero hay países de la Región donde ya se ha implementado con muy buenos resultados, como Brasil, y también ves a varios países de África, incluyendo a algunos muy pobres como Mozambique o Zambia.

—¿En qué fase se encuentra el estudio Andes, también de la Fundación Huésped, orientado a una alternativa de tratamiento para pacientes ya infectados?

El estudio Andes se enfoca en comparar el efecto de un tratamiento con dos drogas versus el de tres, para reducir la toxicidad en pacientes infectados que comenzaban el tratamiento. Acabamos de terminar la primera fase, con 140 pacientes, demostrando muy buenos resultados, de más de 95% de los pacientes que terminaron el año de tratamiento indetectables. Ahora, hemos empezado la discusión con laboratorios que producen los genéricos para saber si podrían formular la nueva combinación en un solo comprimido y estamos a punto de la segunda fase donde vamos a incluir a 190 personas más, para que sea más representativa la muestra.

—¿Cuál diría que es el panorama actual del VIH en Argentina?

En Argentina tenemos estimado 120 mil personas contagiadas, de las cuales solo 70% están identificadas, o sea que 3 de cada 10 infectados no se han recibido un diagnóstico. Esto hace que más de 30% de las personas caigan con una infección muy avanzada. Hay, en promedio, 500 personas que mueren cada año por esta causa y ya no debería morir nadie, con los medicamentos disponibles.

Cada año también hay entre 6 mil y 6.500 personas nuevas infectadas, lo que es un riesgo para seguir contagiando, así que por eso les decimos que apenas te identifiques te trates. Si logramos tratar al menos a 90% de los contagiados, para 2030 se podría dejar de considerar el HIV como un problema en el mundo, porque se cortaría la transmisión sexual y solo quedarían con tratamiento los que ya tienen el virus. Pero para eso hay que realizar campañas mucho más grandes de testeo oportuno a nivel nacional y mundial.

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Quienes deseen comunicarse con la Fundación Huésped para formar parte de alguno de los estudios o para recibir asesoría, pueden hacerlo a través del teléfono 4981-7777  interno 113 o escribir un correo a [email protected].

 

 

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