Por primera vez se celebra en Argentina la Semana Nacional contra el Dolor por Cáncer. Se trata de una iniciativa que busca concientizar sobre la problemática y además mejorar el acceso de los pacientes a distintos tratamientos.
Por primera vez, entre el 8 y el 12 de agosto del presente año, se conmemora en Argentina la Semana Nacional Contra el Dolor por el Cáncer. Un evento que, con el lema “el dolor no nos es indiferente”, busca generar conciencia acerca de esta importante problemática de salud pública. Según estadísticas globales, el dolor es un trastorno que afecta a un 50% de los pacientes recién diagnosticados y a más de un 80% que transita etapas más avanzadas de la enfermedad.
En la mayoría de los casos se trata de personas con dolores moderados a severos que ven comprometida de manera importante su calidad de vida y la de sus familiares. Es por eso que la iniciativa -organizada por el Consejo de Cuidados Paliativos de la Sociedad Argentina de Medicina- despierta especial interés entre los profesionales de la salud.
Desde la entidad resaltan la necesidad de contar en el país con un mejor acceso a estrategias sencillas para controlar de manera adecuada el dolor. Dicen que de ese modo se podría evitar el elevado subtratamiento que actualmente padecen los pacientes. El pedido surge en esta oportunidad desde Argentina, pero trasciende fronteras y es algo que viene siendo compartido por otros países de América Latina.
Se estima que el dolor por cáncer puede ser aliviado en un 70% a 90% de los casos. Pero a pesar que existen guías actualizadas de manejo profesional, además de terapias efectivas y disponibles, el problema del subtratamiento de los pacientes es un fenómeno muy extendido a nivel mundial. Según algunos estudios, esa cifra oscila entre el 56% al 82,3% de los pacientes con dolor por cáncer.
En gran medida esto se atribuye a la complejidad de este padecimiento y a la necesidad de un abordaje multidisciplinario e individualizado para dar cuenta de él. Más que un mero síntoma, en la actualidad el dolor oncológico es considerado un síndrome multifacético caracterizado por interacciones entre factores físicos y no físicos.
Se trata de una experiencia personal de cada paciente, multidimensional, con un impacto social y psicológico no menor, que requiere siempre de un abordaje integral. Para ello se necesitan profesionales debidamente formados, entrenados con esa mirada, y por supuesto al tanto de la última evidencia disponible.
El propio tumor es responsable del 75% de los casos de dolor. El porcentaje restante puede deberse a a distintos tratamientos oncológicos instaurados, e incluso a prácticas con finalidad diagnósticas. Pero además, cada dolor tiene su particularidad. Algunos aspectos tales como: la intensidad, temporalidad, localización, irradiación, tipo, desencadenantes o duración, pueden variar de un paciente a otro. A eso debería sumársele el heterogéneo impacto social y psicológico ya mencionado. Por todo esto es que el tratamiento para el dolor en un paciente con cáncer es tan personal.
Gracias a una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1986 rige para el abordaje terapéutico del dolor por cáncer la llamada escalera analgésica. Dicha estrategia de tratamiento ha ayudado a controlar en la mayoría de los pacientes el dolor por cáncer y a legitimar el uso de opioides para esta condición. Hoy en día esos fármacos constituyen una piedra angular en el tratamiento.
Pero la escalera analgésica exige un paso secuencial, y obligado, de los pacientes por distintos escalones hasta encontrar el medicamento adecuado. Según algunos especialistas, esto desencadena una barrera y el retraso en la puesta en marcha de tratamientos efectivos. Lo citado plantea dilemas éticos, además de preocupación por el impacto en la calidad de vida que tienen los enfermos hasta dar con un manejo útil del dolor.
Como alternativa se ha propuesto ya hace unos años el modelo del ascensor analgésico. Aquí el paciente se desplaza dentro de un cabina, cuyo suelo son los coadyuvantes analgésicos y en donde además dispone de cuatro botones para pulsar según el grado de dolor que padezca (leve, moderado, severo o insoportable). Este sistema, a diferencia de lo que sucede con la escalera, lo traslada más rápidamente hacia el tratamiento adecuado.
A modo de ejemplo, si el enfermo oprime el botón leve, se bajará en el piso de los analgésicos no opiáceos. Si en cambio pulsa el de moderado, directamente subirá hasta donde está el o la codeína, habitualmente combinados con paracetamol o antiinflamatorios no esteroideos. Al presionar el de severo, ya dispondrá de opiáceos potentes. Finalmente, si el dolor resulta insoportable irá al piso de las unidades del tratamiento del dolor. Allí podrá recibir desde bloqueos nerviosos, hasta opioides por vía intratecal. El ascensor analgésico jerarquiza la evaluación continuada del dolor por medio de la escala visual analógica y según sus defensores permite una mayor inmediatez en la respuesta analgésica.
Recientemente el Dr. Ariel Cherro, presidente del Consejo de Cuidados Paliativos de la Sociedad Argentina de Medicina, pasó por el podcast El Consultorio. En el último envío, relacionado con el empleo de opioides en la práctica clínica, refiere que “la escalera en realidad tendría que ser considerada una cajonera analgésica, en donde el profesional debería buscar en el cajón que corresponde al dolor del paciente los fármacos que necesita”. “De antemano, sabemos que indicar opioides débiles a un dolor severo no aliviará al paciente”, comenta el Dr. Cherro.
Según la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), en 2018 se diagnosticaron 1.412.732 cánceres en Latinoamérica. Lamentablemente no está pronosticado un descenso en esas cifras en los próximos años. Por el contrario, para el 2040 la incidencia se incrementaría en un 91% para Centroamérica y en un 76% para Sudamérica.
Gran parte de esos pacientes sufrirán dolor por cáncer. La situación demanda entonces el desarrollo de nuevas investigaciones locales y la especialización de profesionales de la salud para dar con un mejor abordaje del dolor. Por supuesto, también la eliminación de barreras de otra índole que aún atentan contra el acceso de un mayor número de personas a una analgesia de calidad en la región. Como piden desde Argentina, que el dolor por cáncer no nos sea indiferente.
Medicina general
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100 horas-Torres LM, Calderón E, Pernia A, Martínez J, Micó J. De la Escalera al ascensor. Rev Soc Esp Dolor 2002; 9: 289-290.
-Allende-Pérez, Silvia & b, Alicia & c, Santa & Alcorta-Garza, Antonia & a, Cinthya & Ascencio Huertas, Leticia & Baranda Escalona, Renato & Cabrera, Paula & g, Mariana & h, Odette & i, Celina & Covarrubias-Gómez, Alfredo & k, Julio & a, Alma & a, Georgina & l, Elizabeth & m, Maricela & n, Roberto & Godinez, Nora & v, Mayti. (2016). Consenso Mexicano de Manejo de Dolor por Cáncer. Gaceta Mexicana de Oncologia. 15. 3 - 34.
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